jueves, 26 de agosto de 2010

See you soon

¡Hola a todos!
Esto lleva parado algún tiempo debido a que ando liado con otras cosas, pero prometo que cuando vuelva de viaje escribiré mucho más y aprovecharé lo que queda de verano.
Si, he dicho viaje, me voy a Roma esta tarde. Estoy muy ilusionado y espero traer de allí miles de cosas que contaros. Llevamos un par de cámaras de fotos así que cuando vuelva os contaré todo lo que he visto y lo mágica que debe de ser esa ciudad.














Un abrazo a todos.

Blade

miércoles, 18 de agosto de 2010

jueves, 5 de agosto de 2010

---------- 2:28 ----------


Sandro se arrellanó triunfante contra el respaldo de su silla. -Esto va a causar bombo- pensó. Estaba orgulloso de sí mismo. Miró una vez más al monitor y contempló la foto de aquel hombre con la camisa de cuadros, sonriente. Todos se burlarían de él. Era perfecto, y sólo se le había ocurrido a él. No entendía el motivo de por qué.

El hombre "Camisa de Cuadros" abrió otra puerta y pasó sus manos por el frío metal que contenían aquellas estanterías. Parabellum 9mm, fabricada en Asia. Control de retroceso, de importación. Le ajustó el silenciador y la metió en su cinturón de cuero, junto al cuchillo de caza. Nunca se separaba de él, si siquiera en clase. Especialmente en clase...
Se enfundó la chaqueta de cuero, el casco y arrancó su moto. Emprendió en corto camino hacia su destino, cortando el aire a gran velocidad.

Un ruido de derrape despertó a Sandro de sus ensoñaciones. El chico miró rapidamente hacia la puerta de su cuarto. Estaba solo en casa. Una gota de sudor frío recorrió su frente, haciéndole conocedor del enorme peligro al que se habia abandonado libremente por voluntad propia.

Un golpe seco anunció que alguien acababa de derribar la puerta de su casa de una patada. Sandro escuchó atónito el ruido, y miró la pantalla de su ordenador. Allí vio a el hombre Camisa de Cuadros sonriente, durante unas pocas décimas de segundo porque inmediatamente después la pantalla y la luz se apagaron.

Sandro comprendió que habia venido por él. A por él.

Se levantó en un claro impulso por escapar de allí. Mientras, unos pasos apresurados subían por la escalera alcanzando rápidamente el primer piso. Sandro tiró la silla del ordenador y se abalanzó contra la puerta. Corrió a tientas por el pasillo buscando un lugar donde refugiarse, giró la última esquina y comprobó que no tenía salida. Al fondo tan sólo el cuarto de su hermana pequeña, hoy durmiendo con sus amigas.

Completamente angustiado, reunió el valor suficiente como para mirar atrás, y contempló como una sombra oscura acababa de llegar al ultimo piso.

Sollozando e histérico, entró en el cuarto de su hermana. Cerró tras de sí y empezó a dar vueltas por la colorida habitación. No tenía ni idea de lo que iba a hacer y como iba a escapar de aquello. En un impulso un tanto cinemático, Sandro cogió el mueble dedicado a las muñecas de su hermana y lo arrastró hacia la puerta.

-Esto lo parará, seguro- Susurró Sandro para sí mismo, en un vano intento por autoconvencerse de ello. Pero en el fondo sabía que no había remedio, que había firmado su sentencia de muerte con esa estupidez.
Finalmente, se acurrucó en la esquina contraria a la puerta del cuarto y esperó. Total, ¿que otra cosa podía hacer?

El silencio lo taladró en ese momento con una contundencia impresionante. No se escuchaba nada, tan sólo el sonido de su entrecortada respiración intentando no ahogarse, hasta que de repente

PUM

Un gran golpe sacudió la puerta y los cimientos de la casa.

PUM

Las pocas muñecas de su hermana que quedaban en pie en la estanteria cayeron al suelo.

PUM

El pomo de la puerta giró bruscamente y crugió,a la vez que el marco comenzó a desencajarse de la pared.
Sandro no podía creer que hubiera llegado a esa situación.
Lloraba de terror e impotencia puras, moqueando como un niño al que le quitan la golosina.

PUM

La estantería cedió un poco, y se vislumbró durante unos segundos una tela con estampado de cuadros rojos
Sandro aumentó el ritmo de sus llantos y gritó.

PUM

Gritó como nunca antes había gritado, justo a la vez que el último golpe conseguía abrir la puerta, y el mueble que la sostenía se estrellaba contra la pared haciéndose añicos.

El destrozo de la estantería ocasionó una gran nube de polvo, entre la cual se podía distinguir una silueta recortada a contraluz. Ante él se alzaba una figura conocida, pero nunca tan temida. Una mueca hostil asomaba a través de una barba bien cuidada y recortada.

Su brazo sostenía fuertemente una pistola.

-¡Oh dios mío,no!- Imploró Sandro al ver el arma. Lo siento de verdad, ¿vale?. ¡En ningún momento quise esto!

El hombre miró fijamente a Sandro, y luego le dedicó otra larga mirada a su pistola

-¿Qué vas a hacer con eso?- preguntó aterrado Sandro.

-Tranquilo- susurró el hombre Camisa de Cuadros roncamente mientras avanzaba hacia él. El sonido de su voz era parecido al crugido del papel al ser roto.- Estoy seguro de que no vas a volver a hacer nunca más lo que hiciste-.

Y disparó.

PUM


Fin